4183

Miércoles, 15 de enero de 2019

“La palabra proceso es muy reconfortante porque sustrae la acción a la tragedia o al azar al hacer de los hombres las encarnaciones provisionales e intercambiables de un movimiento automático, anónimo e irreversible”.

Esto de Finkielkraut sobre la palabra proceso me hace pensar en lo del procés catalán y en cómo detrás de una palabra es posible esconder una enorme cantidad de realidad con su correspondiente injusticia, maldad, y crimen y horror llegado el caso. Lo más interesante tal vez del poder encubridor de ciertas palabras es la naturalidad con que nos cegamos de buen grado y nos mostramos dispuestos a no ver la realidad que la palabra en cuestión oculta. Las palabras en nuestra sociedad de imágenes, curiosamente, cada vez más y sobre todo en manos de la izquierda (que es por naturaleza menos escrupulosa pues su fin justifica sus métodos y sus medios), puede ser y es una escenografía amable o hasta heroica por la que discurrimos aceptando sin mayores escozores intelectuales que la realidad y la verdad sean falseadas en nombre de un orden social y moral puramente semántico.

Comentarios

© Juan Abreu, 2006-2019