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Domingo, 17 de noviembre de 2019

A mi gato negro el tullido le ha dado por dormir en el vestidor se mete en un rincón y cuando me voy a acostar me asomo y lo veo allí acurrucado. Me gusta. Me provoca cierta ternura. Una ternura que he de decir me provocan ya muy pocos seres humanos. Pero. Nunca duerme hasta el amanecer mi gato negro el tullido así que de madrugada cuando quiere bajar a la cocina o salir al jardín como la puerta de la habitación está cerrada me despierta. Se instada de mi lado de la cama y maúlla por lo bajo lastimero como si padeciera un cruel dolor o una terrible ausencia. Me despierto enseguida entonces y me levanto y le abro la puerta. A veces, como ya estoy levantado, aprovecho para orinar antes de volver a la cama y no me acerco o sólo muy de vez en cuando a la ventana que da a la piscina del vecino a ver si ha vuelto la ballena de alguna forma sé que ya no volverá.

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© Juan Abreu, 2006-2019