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Lunes, 11 de noviembre de 2019

Veía en la televisión a las dos hienas de la CUP enseñoreadas sobre el cuerpo caído (aún no carroña, es verdad) de la democracia española y confirmaba la sensatez y la razón de lo que escribía ayer aquí sobre la imperiosa necesidad de prohibir a todo partido que pretenda independizar una región de España de España. El resultado del 10-N instala a España y a los españoles libres e iguales en el umbral de la balcanización total (la balcanización política ya la tienen). Muchas traiciones muchas ambiciones muchas corruptelas muchas mediocridades nos han traído hasta aquí. Pero si me pidieran que nombrara al máximo responsable de la degradación de la política española y del desprestigio de lo español en España yo señalaría al consenso progre.

¿Qué es el consenso progre? Se los diré. El consenso progre es el conjunto de supersticiones izquierdistas y socialdemócratas que ha permitido que partidos como la CUP y BILDU sean legales en España. El consenso progre es la ingeniería social que conduce al suicidio de la libertad y la razón. El consenso progre es el virus que ha desarmado a los españoles libres e iguales mientras sus enemigos crecían y se fortalecían. El consenso progre es quien ha hecho posible que los ciudadanos españoles no sólo no se presentaran al campo de batalla sino que ni siquiera reconocieran que existía una batalla (Jordi Pujol, español del año, Jordi Pujol estadista). El consenso progre es quien ha disfrazado la entrega de los españoles libres e iguales de tolerancia, y la cobardía y la rendición de superioridad moral.

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© Juan Abreu, 2006-2019