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Domingo, 10 de noviembre de 2019

Las ideas no pueden prohibirse. Tonterías. Que me lo digan a mí. Lo que sí se puede (y debe) hacer es prohibir (ilegalizar) a los partidos que pretendan, en una democracia como la Española plena de libertades y derechos, destruir esa democracia que los contiene y ampara. Es algo muy fácil de entender. ¿Se admitiría en una nave espacial a un tripulante que abogue por la destrucción de la nave espacial de la que forma parte? No. Sería suicida. La democracia es un viaje, admitir saboteadores declarados a bordo del viaje democrático no es, nunca ha sido, una buena idea. La democracia ha de ser el reino de la libertad y la tolerancia, pero no de la estupidez.

¿A dónde ha llevado a los españoles libres e iguales la demente política de permitir partidos antiespañoles y antidemocráticos en la casa democrática española? A la rebelión tribal, a la fétida caverna racista, a la desigualdad entre españoles, al asesinato político y al umbral de la balcanización. Todo partido que abogue por la independencia de una región de España ha de ser ilegalizado, puesto de una patada (metafórica) en el culo fuera de la casa de los demócratas y de los libres e iguales y fuera del viaje democrático de la sociedad española.

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© Juan Abreu, 2006-2019