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Miércoles, 9 de octubre de 2019

“No pude dormir anoche pensando en la posteridad. ¿Qué va a decir de mí, cómo me va a tratar? ¿Como un presidente, dictador o tirano apenas? No, no y no. No me gusta el apenas. Como un gran artista plástico que orientó su presidencia a los happenings y las instalaciones. Si Nerón quemó a Roma, ¿por qué no iba él a poder quemar un pedacito de Colombia? Este país es muy grande, se extiende por un millón de kilómetros. Se le puede quemar mínimo el tamaño de Francia, quinientos mil. ¿Y los animales? Ahí está el detalle. Que el fuego no discrimina entre bestias humanas y bestias nobles. La moral me tiene las manos atadas, no puedo quemar ni un pedazo de rastrojo, voy a renunciar, esto no lo maneja nadie. Se aprovechan de ella, eso sí, de la tal Colombia, los Uribes, los Santos, los Pastranas, los Gavirias, los Pablos Escobares que ella produce, los vivos, los vivales. ¡Paridora de monstruos, no tienes derecho a existir, miserable! Te salvan de mí los animales”.

Cambiando algunos nombres, el párrafo de Vallejo es muy válido para Cuba, leía y pensaba. En Colombia se salvan de Vallejo las bestias humanas porque Vallejo no quiere matar animales. Pero yo no tengo ese problema. En Cuba hasta los animales son indignos de ser considerados verdaderos animales, en Cuba los animales son, siendo generosos, proyectos, intentos fallidos de animales: una jutía, un majá, un chipojo una jicotea una rana toro. Ningún animal noble salvo los perros, pero como todos están en los huesos, muertos de hambre y cundidos de garrapatas se les haría un favor matándolos. El plan de Vallejo es excelente, arrasar con los monstruos del país es decir las bestias humanas y de paso quemar medio país lo que en mi caso sería el país entero ya que se trata de una islita pequeña fácil de arrasar totalmente. ¡Que no quede ni un puto mogote!

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