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Domingo, 23 de septiembre de 2018

Ayer a las ocho en punto entramos. Ya el teatro de la diva Patricia Jacas en el jardín es el evento cultural más importante de los veranos barceloneses. Este es el tercer año y ya parece que se ha hecho siempre. La noche es una mujer recién corrida y se le ve gloriosa y satisfecha de que la habitemos, y tersa. Yo soy el único que ve a las Niñas correteando desnudas entre el público pero aún así creo que para ellos el jardín es también un poso de luz, cuánto sedimento han dejado los esplendores. La obra es de Jaume Boix y va de las canciones de la vida, de cómo ese animalito que llamamos amor se va metiendo en ellas y nos abandona, nos va dejando solos. Pat cada año que pasa más firme y natural en sus personajes, en la ficción, que es el único ámbito dónde uno llega a ser y a perdurar, verdaderamente.

Un mundo raro es el territorio exacto donde transcurre esa felicidad desamarrada que a todos nos mejoró alguna vez, ese territorio al que siempre regresamos en busca de lo que queda del inevitable naufragio. Se entra en el mundo raro de Jacas y Boix, como es lógico, con el ríspido latido del mundo a cuestas, se sale como con un rocío sobre el corazón.

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