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Sábado, 1 de septiembre de 2018

Sé que lo que dije ayer puede parecer a muchos una exageración, pero obedece al más elemental sentido común. Véase. En los tiempos que corren el mayor enemigo de los ciudadanos libres e iguales es la tribu. Hay que combatirla despiadadamente. La tribu es inseparable de su jerigonza propia y para eliminar y a fin de cuentas extirpar la tribu del hombre civilizado hay que eliminar las jerigonzas menores y sólo dejar sobrevivir, por ahora, las más poderosas (hasta alcanzar el ideal: una sola jerigonza para todos). Durante un tiempo las tribus fueron necesarias la tribu griega o la tribu romana por ejemplo o la tribu británica, pero una vez creado por la fuerza civilizatoria el ciudadano libre e igual, las tribus son una perniciosa potala. Una vez creado el ciudadano libre e igual ¿qué utilidad puede tener el hombre tribal para la especie?

El ciudadano libre e igual debe imponerse cueste lo que cueste y eliminar al hombre tribal y no cejar ni descansar en el empeño de convertirse en ciudadano planetario. En ciudadano terrícola. Y una vez conseguido esto podremos dedicarnos a vencer la muerte, el único propósito que otorga sentido a nuestra especie.

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© Juan Abreu, 2006-2019