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Lunes, 27 de agosto de 2018

Málaga (4)

Como no pude traer al libro de Montefiore (gordísimo) estoy leyendo (otra vez) el de Chinua Achebe. De Achebe se dice que es el padre de la literatura africana (yo creo que es Amos Tutuola) y que si esto y que si lo otro y le dieron muchos premios. Creo que los escritores que reciben muchos premios están acabados, pero ese es otro asunto. Voy leyendo a Achebe y no salgo de mi asombro. Su libro es una apología (amena, excelente) del oscurantismo, el salvajismo, la ignorancia y la barbarie autóctona. La cultura africana, las tradiciones africanas, la identidad africana, ay.

En el mundo de la novela de Achebe, destruido por los colonialistas europeos, las esposas (ojo al plural) son esclavas del marido que las muele a palos por cualquier cosa. Los niños gemelos traen mala suerte así que cuando nacen gemelos se coge a uno de los recién nacidos se le mete en una cazuela de barro y se les abandona en la selva. El personaje principal que es un notable de la aldea por su fuerza física, tiene una colección de cabezas de enemigos, en una de las cuales adecuadamente vaciada, bebe vino de palma.

Por otro lado, Achebe es producto de esa colonización que denuncia, toda su educación se la proporcionaron los colonizadores ingleses. Escribe en inglés, lo que hizo posible el éxito, la fortuna, y el prestigio de los que disfrutó en vida. Su africanismo no le dio por escribir en igbo o cualquier otra jerigonza nigeriana. El libro está encabezado por un prólogo atroz de Marta Sofía López, de la Universidad de León. No hay un tópico, no hay un prejuicio no hay una tontería progre que la profesora López no repita como un loro.

Por cierto, el libro de Achebe no es superior ( y es posterior) a los Cuentos negros de Cuba de Lydia Cabrera, pero Lydia era blanca y cubana y de derechas, así que nadie la conoce.

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