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Jueves, 21 de junio de 2018

A propósito del artículo de Espada donde (¡al fin, alguien!) habla del papel de la confrontación en Cataluña. Decir que mi experiencia cubana me ha convencido de que la única manera de vencer el Mal (llámese comunismo, socialismo, populismo, totalitarismo, nacionalismo, fascismo, catalanismo, fidelismo o como se llame) es confrontarlo. Lo prueba la Historia. Si hay cincuenta malignos en Cataluña que quieren impedir un acto en una universidad, ha de haber cien ciudadanos libres e iguales dispuestos a asegurar que no lo consigan. Llega un momento en que ya no se puede contemporizar (¡dialogar!, se dice ahora) con el Mal. ¿Cómo sabemos que se ha llegado a ese punto en Cataluña? Porque el Mal ya impide la vida democrática de los ciudadanos y envilece el entorno moral y la vida moral de los ciudadanos.

Soy un gran enemigo de poner la otra mejilla, me parece una estupidez. Cuando el Mal pega, hay que devolverle el golpe. No se puede ceder el terreno a los matones, soldados del Mal. Hay que defender cada centímetro del territorio del Bien y de la Libertad. A como de lugar.

Si no lo hacemos, mereceremos lo que nos suceda.

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© Juan Abreu, 2006-2019