3587
Domingo, 6 de mayo de 2018
Vuelvo a leer que si hacemos lo mismo que nuestros enemigos nos convertimos en ellos, somos lo mismo. Qué chorrada. Lo que uno es depende de lo que defienda. Si dependiera del matar entonces sería lo mismo los nazis o los comunistas que los que los combatieron. Si se mata defendiendo la libertad y la democracia, no es lo mismo que si se mata para suprimir la libertad y la democracia. Es algo tan obvio que da pereza hablarlo. De ahí que siempre he pensado que debió aplicarse la Pena de Muerte a los más sanguinarios terroristas etarras, se hubiera acabado con ETA mucho antes. Sé que media España se pone a lloriquear cuando se menciona la Pena de Muerte, pero alguien debe hacerlo.
Y ya que hablo de matar, diré algo del matar a tiempo: debería ser la norma. Véase Hugo Chávez. Lo mejor para los venezolanos hubiera sido matarlo, en 2002, durante el golpe de Estado. ¿Cuál ha sido el resultado de la irresolución y la cobardía de los militares? La destrucción de Venezuela. Matar a Chávez no es ser igual que Chávez, es ser lo contrario de Chávez y un referente moral para los hombres libres. Véase otro ejemplo, entre miles, el de Batista, que no mató a tiempo a Fidel y Raúl Castro con las consecuencias sabidas: sesenta años de esclavitud, cárceles, crímenes y horror.
Y por favor que no salga ningún culogordo ahora con que lo que planteo es matar preventivamente. Tanto Chávez como los Castro en el momento en que se debió matarlos habían hecho el daño suficiente como para que matarlos fuese un acto benéfico e higiénico que sólo podía traer beneficios a la Humanidad.
