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Lunes, 30 de abril de 2018
Los tertulianos de la televisión española, con sus felices excepciones, se comportan con gran frecuencia como una banda de monos amaestrados. Y. Con el asunto de La Manada, esta particularidad del periodismo español ha alcanzado cotas sublimes. En TV1 acabo de ver a una mujer con aspecto de armario y gesto torvo, ofendidísima, (¡cinco pollas tiesas!, se leía en su rostro, qué horror). Los hombres en la tertulia, por su lado, parecían estar a punto de pedir perdón por tener polla. ¡Tenemos polla! ¡Ay! La mujer armario, eso me impresionó mucho, era la viva estampa de una miliciana cubana. Y dijo la miliciana, cuando le tocó el turno, que lo de la chica había sido violación, que todos estamos de acuerdo porque es algo evidente. ¿Todos? Pensé. Yo no. Yo no sé si fue violación o no, francamente. Los tres hombres que la acompañaban en la tertulia, estuvieron de acuerdo faltaría más con la miliciana cubana ¡violación! ¡violación! Se les veía claramente intimidados por el armario torvo y miliciano. Y querían como es natural estar a la altura histórica que requiere el momento feminista.
Muy bien. Pero. A mí lo que me parece importante decir es que la tertuliana de TV1 parecía un armario con tetas y que su rostro agrio metía miedo y que sólo decía tonterías generalizadas y estandarizadas y políticamente correctas y de género y que si fuese por ella, eso lo vi con enorme claridad, nos cortaría la polla a todos.
