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Viernes, 30 de marzo de 2018

Oigo estos días hablar mucho de Emma González, una muchacha que sobrevivió a la matanza en Parkland. Se ha convertido en una figura del movimiento anti armas y anti el Subnormal Anaranjado y sus amiguitos del NRA. La muchacha es hija de un cubano, es decir es una norteamericana que tiene un padre cubano, como mis nietos, por ejemplo. Mi hijo nació en Cuba pero como es muy inteligente cuando le preguntan, responde que él es norteamericano, lo que a mí me parece excelente. Hay que huir de la tribu sobre todo de la siniestra tribu cubana, y acogerse a culturas dominantes y superiores como la norteamericana. Por lo que me llega, ciertos anticomunistas y anticastristas de Miami (que se pasan la vida combatiendo aguerridamente la dictadura desde La Carreta y no paran de viajar a la isla a llevar miles de millones de dólares a la dictadura), han comenzado a insultar a la muchacha Emma porque se declara bisexual (yo también, y qué) y vestía en una manifestación chamarreta verde olivo y en el hombro una bandera cubana. Bueno, y qué. Vive en un país libre y se pone la chamarreta del color que le da la gana y se pone en el hombro la bandera que le da la gana. ¿No nos exiliamos para ser libres? Dejen a la muchacha en paz, tarados.

Yo lo único que le recomendaría a Emma González es que la próxima vez que se defina lo haga como norteamericana, que es lo que ella es. Padre cubano sí, pero ella, norteamericana. Es lo que es y es lo que debe estar orgullosa de ser.

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© Juan Abreu, 2006-2019