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Jueves, 22 de marzo de 2018

Me despierto a las cuatro mejor dicho me despierta el perrito a las cuatro. Camina de un lado a otro y se detiene de vez en cuando de mi lado de la cama, y gimotea. Ganas de mear. Me levanto y bajo y le abro la puerta de la cocina y sale por la trampilla al jardín. Pero no se va a mear a la hierba el perrito se queda sentado inmóvil bajo techo, en la terraza, mirando el jardín. Llueve, veo como cae la lluvia y atraviesa la luz de las farolas pero no hace ruido la lluvia pienso entonces, qué raro. Y aún pasa algún tiempo antes de que comprenda que no llueve sino nieva. Son copos gruesos además y todo el jardín ahora lo veo blanco y el olivo y el seto y el tejado de la casa de enfrente cómo no lo he visto antes. El silencio es atronador eso es lo que más me gusta de ver nevar cómo el mundo se queda en silencio esa ausencia de ruido define el nevar como el estruendo del agua define el aguacero. El perrito por fin se decide y sale bajo la nieve, titubeante, y mea alzando la pata. Entonces regresa a mi lado a toda velocidad y le digo vamos y subimos y me quedo acostado mirando nevar un rato antes de dormirme otra vez y entro en el sueño por una puerta blanda tibia y blanca.

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© Juan Abreu, 2006-2019