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Lunes, 19 de febrero de 2018

“En el fondo también pensé, mientras caminaba por el pueblo tratando de vivir un día más, que todo se debe a la monserga de las lenguas propias y a la monserga de las tradiciones y las diferencias e identidades y diversidades culturales y raciales y toda esa porquería que no sólo es porquería y atraso sino falsedad. Todos venimos del mismo grupo de humanos primitivos lo demuestran las pruebas de ADN. Todos somos el mismo chimpancé. Bailar la sardana no hace diferentes a los catalanes un baile espantoso la sardana para no hablar de lo de encaramarse unos encima de los otros, uno los ve y no se lo cree, y en lo más alto encaraman a un niño y como es lógico a cada rato se cae un niño y se rompe la crisma. Y de lo que pasa con el niño descalabrado después nadie se entera porque está mal visto hablar del pobre niño descalabrado, es antipatriótico supongo hablar del pobre niño descalabrado. Sólo supera en espanto a la sardana lo que bailan en el llamado País Vasco, una especie de secuencia de brincos en los que el bailarín o saltarín o lo que sea, intenta, con cierto éxito hay que reconocerlo, patearse la cabeza. Es muy probable que estas patadas en la cabeza del baile tradicional y oficial ¡y sagrado! de los vascos les haya provocado un trauma cerebral y por eso mataban a infelices en las calles y ponían bombas a infelices incluidos niños y el resultado de ese baile y esas ¡sagradas! patadas en la cabeza es un grupo de gente, muchos, muchísimos de los vascos que se identifican como patriotas vascos, la mayoría podría decirse, moralmente degenerados.”

Sí, sigo con el librito.

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© Juan Abreu, 2006-2019