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Viernes, 29 de diciembre de 2017

Llevo a los abreus a Montserrat un lugar que encuentro a cada nueva visita más espantoso. Lo que uno hace por la familia. Seamos honestos, ese sitio es pavoroso y deprimente y su atmósfera tosca y burda de la Edad de Piedra yo siempre he pensado que este lugar es obra de Pedro Picapiedra, ¿no? Camino por allí bajo un gran frío y el viento helado y todo esto, pienso, habría que dinamitarlo ¿no? Las niñas corren de aquí para allá y gritan y si algo queda de este lugar de aquí a mil años será porque los abreus pasaron por aquí y treparon hasta la cima de este horripilante pedregal ¿no? A mí los lugares sagrados me provocan ataques de irrespetuosidad no siempre justificados pero en este caso muy justificado: piensen en los curas canallas que aquí se han dedicado a tribalizar con su cháchara xenófoba y nacionalista a generaciones enteras de catalanes que nos han expoliado y aún expolian y encima pretenden someternos y desespañolizarnos; hablo como tabernés, naturalmente.

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© Juan Abreu, 2006-2019