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18 de octubre de 2017

Para la nueva edición de Rebelión en Catanya (el libro que más que un libro es un espejo donde se mira el llamado problema catalán), he escrito un epílogo, con el que estoy muy satisfecho porque creo que cierra la historia de una manera que la historia necesitaba. El final sin ese epílogo resultaba poderoso y era como un hachazo podríamos decir, pero dejaba una sensación de tristeza consumada y hasta triunfal. Y eso no. Así que el epílogo añadido instala la historia en un ámbito que va más allá del acontecimiento tremebundo y del absurdo del acontecimiento en sí, y abre una especie de hendidura por donde regresa la vida y la luz (de la razón). Y. No menos importante, en el epílogo hago justicia al periodista Adánico Florete (que es a fin de cuentas el verdadero héroe de la historia) y hago de él lo que merece ser.

Porque un hombre no es lo que es, como se cree erróneamente, un hombre es (pasado el tiempo requerido) lo que la literatura dice que es.

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