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23 de agosto de 2017

Estando en Noruega me llegan imágenes de las llamadas Fiestas de Gracia. Muñecones del Che y de Castro y de otros asesinos allí adorados. Yo viví algunos años cerca del barrio de Gracia e iba bastante al mercado y al cine Verdi y a follar también y he sido testigo, como diría un literato, de su decadencia. Antes era un barrio pintoresco es verdad y agradable. Pero se fue convirtiendo en un nido de okupas, porreros y toda suerte de gentuza reivindicativa izquierdista y fidelista y anti judía y amante de los terroristas palestinos y así. Claro, este tipo de gente hiede, y el barrio se fue convirtiendo en lo que es hoy una especie de meadero gigante, con la mayor concentración de gente fea de toda España, posiblemente. Las últimas veces que fui al Verdi y a Gracia (ya no voy), la peste a porro y a fidelismo era inaguantable. Yo en Noruega donde todo está limpísimo y los noruegos bien duchados y gratamente iluminados por la luz moral del capitalismo, y recibo estas imágenes del barrio de Gracia y sus llamadas fiestas. Las borro enseguida, horrorizado. Y me vuelvo al color de la pureza de las aguas que surcan las ballenas en busca de alivio y consuelo.

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© Juan Abreu, 2006-2019