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7 de julio de 2017
Ayer fui a comprar unas bombillas para iluminar bien el jardín (mañana tenemos teatro en el jardín) y al salir de la tienda vi a una mujer disfrazada, de gorila pensé al principio pero enseguida me di cuenta de que era una musulmana tapada de arriba abajo sólo se le veían los ojos qué pena metida en esa cárcel ambulante pensé al principio, pero después recordé que muchas de estas mujeres esclavas están ya tan envilecidas por la esclavitud islamista y por la ignorancia y la estupidez y por el atraso y el oscurantismo religioso musulmán que ya son lo mismo que sus esclavizadores. Y junto a la mujer disfrazada de sarcófago caminaba su amo en camiseta y pantalón corto y sandalias muy fresquito lo que le venía muy bien porque el calor era espantoso a la hora en que fui a comprar las bombillas. Alá es el más grande pensé y la invasión islamista y musulmana avanza pensé y estamos perdidos pensé, porque las sociedades europeas así la española están paralizadas por lo que Kertész llama el evidente atolladero ético del que no logran salir desde Auschwitz y prefieren suicidarse antes que combatir la invasión como deberían.
