3291
4 de julio de 2017
Yo hablo español y escribo en español y siempre he hablado y escrito en español. Nunca he hablado ni escrito en castellano. Me enteré de lo del castellano cuando llegué a España. España no es un país, es el hombre menguante. Qué obsesión con disminuirlo todo con empequeñecerlo todo. Quinientos millones de personas hablan español en el mundo ¡menos los españoles! Ellos no, ellos castellano, una jerigonza local ya superada. Al principio no entendía por qué hacían esta estupidez pero enseguida comprendí que lo hacían por miedo a ofender a los que hablan catalán, gallego, euskera, y otras jerigonzas menores y prescindibles que se hablan en España. Es demencial. Que tenga que venir yo a decirles que esos dialectos menores son rémoras, potalas contrarias a la civilización. El destino de los humanos es el planeta y es ser terrícolas y nada más y ese destino pasa por un idioma común planetario, que ha de ser un idioma grande y fuerte (como el español o el inglés) y en ningún caso una jerigonza menor (para qué sirve toda esa porquería) que a fin de cuentas sólo es atraso y barbarie sentimental y chillidos guturales de gente que aún vive en los árboles tribales y no sólo pretende seguir en ellos sino que pretende que nosotros que ya bajamos de los árboles tribales nos sumemos a su vivir trepados a esos árboles como simios.
