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Llega la caja con los cuadros que se exhibieron en Bruselas. Y siento algo parecido a lo que siento cuando me llega un libro recién publicado que me envía la editorial: ¿y ahora qué? Es lo que siento. Ya sé que los cuadros están hechos así como el libro lo está y quedarán de una manera u otra en un rincón olvidado o en una biblioteca perdida (esperando su momento tal vez en el mejor de los casos), y eso es lo que importa. Pero. Esa sensación de estar nuevamente ante el vacío: no es verdad que lo hecho te proporcione paz, seguridad, sosiego. Bueno. Un poco. Sí. Pero cierto terreno estable sobre el que seguir no. Y yo que antes lo creía posible cuánta ingenuidad.

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© Juan Abreu, 2006-2019