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Voy a Barcelona al médico otro traumatólogo uno que me cae muy bien siempre acabamos hablando de sexo y me dice que la operación bien. Que los dolores y molestias son normales teniendo en cuenta. Que paciencia, que los nervios crecen lentamente que tengo para un buen rato hasta que los nervios dañados por la operación se restablezcan me receta unas vitaminas que ayudarán, en fin. Después me voy a comer a un japo que me gusta cervezas muy frías y en la mesa de al lado dos jóvenes universitarios a la moda y con todos los aparatos y vuelvo a confirmar lo que tengo más que confirmado: lo de la juventud está muy sobrevalorado qué conversación imbécil uno quiere tener una estética futbolística (¡¡yrtfwguuurrr!!) y el otro que si salió con una con tremendo cuerpo pero de cara no perfecta y él es un perfeccionista tú sabes tío (no pongo aquí todos los tíos pues todo sería tíos apenas sabían hablar) y a la tercera cita no quiso follar la tía ¡a la tercera cita! lo dejé tío; y no piensen que el perfeccionista era nada del otro mundo joven sí pero cabeza de cerdo y mal hecho se le veía un poco hinchado y de esos hombres sin culo y me llegaría al hombro si acaso, un tipo que tendría que ir dando gracias si alguna mujer se lo folla pero qué mamalón con esa cara de sopingo pensaba yo los dos unos mamalonazos analfabetos y unos mamalonazos a quienes todo se lo han puesto en la boca siempre papá y mamá pensaba yo mamalones malcriados que creen que se lo merecen todo yo mujer a esos no me los follaría ni con una subvención: pobres mujeres ese es el material masculino que hay ahí afuera pensaba yo pobres mujeres.

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© Juan Abreu, 2006-2019