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Se acaba el año y qué remedio debo mencionar a Donald Trump. Que ese hombre sea el presidente electo de los Estados Unidos confirma que los norteamericanos son, en general, bastante estúpidos. Al menos tan estúpidos como los votantes de podemos la cup y otros fidelistas por el estilo aquí en España. Lo que faltaba por ver, un chimpancé anaranjado al frente de la primera potencia mundial.

En lo referente a mi humilde persona, decir que ha sido un buen año he trabajado bastante y algunas cosas me han salido bien. Descontando el episodio del hospital, un año placentero diría yo. En términos pavorosos, hay que mencionar naturalmente la magnífica y tan esperada noticia de la muerte de uno de los Castro, el que fuera el asesino mayor de la familia por así decirlo, y aunque es una familia que debe desaparecer si los pavorosos (todos los habitantes de la isla pavorosa) aspiran a recuperar su condición de seres humanos (perdida en 1959), algo es algo.

Por lo demás, no quiero terminar el año sin decir que estoy muy contento de que se publicara al fin mi libro de memorias. Durante muchos años lo sentí como una deuda y ahora está saldada. No escribiré más libros, creo, salvo la gran novela de mi vida que es este blog. Y salvo, tal vez, ese libro miamense que tengo pendiente. A ver si en 2017 puedo terminarlo. Deséenme suerte.


Cortesías

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© Juan Abreu, 2006-2019