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Dije al principio que aprendí dos cosas cuando llegó el dolor, la segunda nada tiene que ver con el dolor o la muerte, tiene que ver con la vida. No sé cómo explicarlo. La mejor manera de decirlo tal vez es decir que todo lo que no apreciamos lo que damos por descontado lo corriente lo automáticamente desechado lo que ni siquiera registra nuestro cerebro como acontecimiento digno de mención como asunto vivido es lo más precioso.

Digamos por ejemplo mujer mía que me miran tus dulces ojos.

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