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Miami (10)
En el cementerio otra vez con mis girasoles como de costumbre y el almendro que la acompaña ha crecido mucho desde la última vez que vine y está como hinchado y rozagante por las lluvias y al fondo una hilera de palmas como lanzas de Velázquez o de Paolo Uccello tal vez. Todavía no sé que Fidel Castro ha muerto (o morirá en unos días) y no puedo celebrar aquí en la tumba de mi madre, como me gustaría, la muerte del asesino.
Es temprano y el sol despliega sus primeras luces entre los árboles y las lápidas y alzo la cabeza y veo avanzar la luz.
