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En España unos padres (no sé cuántos, pero suficientes) harán huelga de deberes. A sus hijos les ponen muchos deberes y eso es inadmisible es una crueldad, qué abuso, pobrecillos, angelitos nuestros. La riqueza y la buena vida ha hecho de generaciones de españoles generaciones de quejicas gente frívola adicta al menor esfuerzo y a lo gratis y cultivadora de toda superstición igualitaria. Yo también fui cría una vez y mis padres no tenían tiempo ni la barriga tan llena ni los culos tan gordos ni el cerebro tan edulcorado así que cuando me lo merecía me pegaban un tortazo para que yo entendiera cual era mi lugar, y que si quería algo debía ganármelo y merecérmelo. Muchos tortazos por cuestionar a un maestro pero qué coño me había creído el maestro siempre tiene la razón, como debe ser. España es el país de los botellones juveniles masivos de la matanza de mujeres a manos de machitos consentidos y posesivos y uno de los mayores consumidores de drogas del mundo ah, y va en aumento la plaga (he leído) de adolescentes que golpean a sus padres. A los jóvenes españoles les hubiera venido muy bien, de niños, algún buen tortazo y un claro sentido de la jerarquía (ellos en el fondo de la escala jerárquica), criarlos sabiendo que no se merecen nada, que nadie merece nada, que hay que ganarse las cosas y que los padres son aquellos a los que debes todo, y a callar mequetrefes.

Pero en vez de educar a los hijos en la realidad los padres españoles (no sé cuantos, pero suficientes) han escogido vivir en la frivolidad y la malcriadez y en la apología de la infancia y en la sacralización de la infancia y el resultado es una estúpida y siniestra apoteosis de la cría.

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© Juan Abreu, 2006-2019