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Estoy leyendo otra vez Necesidad de libertad, una nueva y hermosa edición que da gusto leer y releer. Dentro de la obra de Arenas es una obra menor (cuánto me cuesta escribir menor), si pensamos en El mundo alucinante, Otra vez el mar o El color del verano, sus grandes novelas. Pero. Un libro fundamental e imprescindible para conocer al escritor y al personaje que fue Arenas, filosófica, y sobre todo, políticamente hablando. Un libro de una valentía y de una decencia que refulgen vivamente en el panorama de cobardía e indecencia generalizada que caracteriza la cultura cubana de hoy. Y. Un libro, a su vez, trágico e hilarante porque una de las mayores virtudes de Arenas fue su capacidad para abordar la tragedia de forma humorística. Un humor oscuro, quevediano, diría yo, pero humor a fin de cuentas.
Dado mi progresivo alejamiento del romanticismo areniano, un romanticismo que exalta la Naturaleza (ese horror) como patria poética, me pregunto cómo habría cambiado la mirada de Arenas si hubiera alcanzado a leer a Pinker y a Dawkins y a Susan Blackmore, me pregunto si tal vez su desesperación y su amargura hubieran conseguido un esplendor mayor aún en la pulida intemperie en que la ciencia nos va instalando.
