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A propósito del libro (brillantes los capítulos finales) de Harari, vuelvo sobre lo del libre albedrío cuando me siento a trabajar: no hay manera de vivir sin la ilusión del libre albedrío, concluyo. Aceptaré la ilusión del libre albedrío y viviré como si existiera el libre albedrío, será una convención evolutiva más, como la del perdón por poner un ejemplo. Trabajo, hago mi obra (sí, ya sé que suena ridículo) y cargo mi vida con algo de sentido gracias a la ilusión de libre albedrío y eso es lo que cuenta. Y ya ahí, pienso que el arte añade una capa (layer) a la realidad, que ayuda al avance de la Civilización porque conforma la manera en que concebimos los objetos tecnológicos y los mapas del horizonte que traza la ciencia.
Y esto lo pienso mientras lleno la vasija de agua y abro el frasco de tinta y dispongo el papel y los pinceles al tiempo que busco en mi vida una imagen que pintar. Y. He sido libre me digo cuando la encuentro.
