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Sueño uno de esos sueños sexuales que tanto me gustan. Pero. Por la mañana ay sólo me quedan resonancias, vaguísimos retales, chisporroteos. En el sueño hay unas grandes tetas tremendas y trato de meter el pito entre ellas, eso lo sé, y siento la ternura que siempre siento ante unas tetas así (sí, niña curiosa contigo también). Ya sé que los que saben están convencidos de que los sueños son escoria química, retazos eléctricos sin significado ni propósito y poca cosa más, pero ante unas tetas así cuesta creerlo. La niña curiosa vino a que la pintara y tenía las tetas más formidables que veía yo en largo tiempo. Duras y enormes, y empinadas como sólo pueden tenerse con esa juventud. De vez en cuando aún me acuerdo de ella de sus tetas pero también del resto y sobre todo de lo bien que olía.
Olía como luz en el jardín y olía como algo que se pierde.
