3074
Gran neblina muy tupido el amanecer no veo las montañas y apenas los árboles en el patio del vecino. Días así me entristecen. Pero. Cuando voy al baño a orinar no sé por qué me da por olerme los dedos. A mí me encanta el olor de mi pito y estoy convencido de que si algún empresario avispado pudiera embotellarlo o insuflárselo de alguna manera a un perfume el perfume en cuestión sería un éxito descomunal. Hay algo en el olor de mi pito. Yo y mi extraordinario talento literario no somos capaces de poner por escrito ni siquiera de forma aproximada lo que es el olor de mi pito. Eso tal vez sea una suerte, es verdad, porque imaginen cuánta gente querría olerme el pito en caso de que mi talento alcanzara para escribirlo. Sería halagador, claro, que llamaran a mi puerta demandando olerme el pito pero sin duda resultaría perturbador también para el desarrollo de mis actividades normales. Gran neblina como dije al amanecer, y enseguida pensé qué día triste me espera pero véase como el olor de mi pito vino a salvarme.
