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Como trato de acabar de escribir una novela que tal vez pueda considerarse al final, una novela policiaca o negra, leo novelas de ese género. Me va bien cuando escribo leer cosas relacionadas con lo que escribo. Creo. He leído en los últimos meses a Lemaitre, bien, pero no es ni la mitad de lo que dicen que es. Su comandante enano no acaba de gustarme. Es enano, y Lemaitre no consigue que deje de serlo, literariamente hablando. Haga lo que haga siempre piensas al final: pobre enano. No es precisamente mi idea del héroe. He leído (y releído) a Simenon, grande y atmosférico, qué poderío de andar por casa. No es Chandler o Hammett, cierto, ¿pero quién lo es? He leído o intentado leer a Dolores Redondo, alguien me la recomendó (muy mala, a niveles rumiantes). He leído a James Patterson, que tiene una fábrica de la que le salen best sellers en tropel muy bien armados pero robóticos. También he leído a Michel Connelly, que no lo hace mal, pero su detective Bosch resulta para mi gusto demasiado sentimental y un tanto gilipollas. Y también he tratado de leer a Arthur Hailey, un libro policiaco que tiene, ambientado en Miami, pero con eso sí que no pude.
Y mi novela avanza mientras tanto lentamente.
