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Lo de los toros nunca me ha interesado mucho. Pero. Desde la muerte de Víctor Barrio, hombre valiente, soy muy taurino. Voy a empezar a ir a ver corridas. Y creo que deberíamos comer más toro. A ver, esos grandes chefs manos a la obra, más platos gourmet de carne de toro. Uno siempre debe distanciarse de la mierda. Desde chiquito me lo decía mi mamá. Juancito, usted no se me junte con los mierdas, que eso se pega. Y en este caso los mierdas son los antitaurinos. Está muy claro. Lo taurino, al margen de la belleza del ritual y del respeto que merece siempre alguien que se juega la vida haciendo su trabajo, ha dado lugar a grandes obras de arte. Y el arte es la gran medida de lo humano, como se sabe. Lo taurino: belleza, honor, coraje, grandes obras de arte. ¿Y lo antitaurino? Lloricas sesohuecos, malfollados, perroflautas, hipócritas comevacas, pura mierda rastrera que se mofa de la familia del torero caído, del hombre valiente que fue Víctor Barrio.

Lo que decía, ahora soy muy taurino.

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