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Lo de correr delante de toros, bueno, es una tradición, lo que equivale, generalmente, a oscurantismo, salvajada, estupidez y atraso. Quiero pensar que la gente se apunta a lo de los encierros por lo de beber y comer que en Pamplona se hace muy bien. Y, naturalmente, por la lubricidad ambiental que se instala en este tipo de festejo multitudinario y callejero, donde lo carnal se desplaza a un desafiante primer plano. En ese ambiente los seres humanos se atreven a ser más libres y menos hipócritas. Dicho esto, me encantan las fotos de las muchachas enseñando las tetas en las fiestas de San Fermín. Siempre y cuando sea voluntario y nadie obligue a la señorita y la señorita lo disfrute no veo por qué hay que escandalizarse por ello. ¿Se despechugan también los mozos? No lo sé, pregunto. Pues deberían. Hablo del asunto porque he leído por ahí que ya, en nombre del feminismo, intentan censurar a las hermosas muchachas en tetas; dicen las autoridades que esas imágenes degradan las fiestas. Yo no lo veo así. Esas imágenes son necesaria transgresión, sanidad, y alegría.

Es bastante siniestro que allí donde se rompen las malsanas cadenas de la represión católico-burguesa, y brota la luz tibia y desenmascarada del paganismo, de inmediato aparece la oscuridad sucia, indecente y enfermiza de la policía moral.

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© Juan Abreu, 2006-2019