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El placer de pintar es lo más importante leo en las memorias de Katharine Kuh que decía el pintor Franz Kline. Tenía razón. Hay todo un universo de cháchara en torno a la pintura pero es naturalmente sólo literatura adosada. Hasta tal punto hemos llegado que si no hay cháchara para los críticos y gente del negocio de la pintura, no hay pintura. En el libro de Kuh también aparece Rothko, a quien Kuh trató bastante. Rothko fue un hombre esclavizado de cierta manera por la cháchara que provocaba su pintura y vivió atormentado por la trascendencia, el reconocimiento, la posteridad y cosas por el estilo. Rothko se cortó las venas como se sabe y enseguida un crítico escribió que la mancha enorme de sangre en su estudio era como uno de sus cuadros postreros. La llamada crítica artística puede llegar a ser bastante indecente.

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