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El escritor Félix de Azúa ha concedido una entrevista a la revista Tiempo. La entrevista es excelente y pone de manifiesto no sólo la brillantez de Azúa, también su coraje intelectual. En una de sus respuestas, el escritor menciona a la alcaldesa Ada Colau y dice que debería estar de encargada en una pescadería. Las condenas y acusaciones contra el escritor, naturalmente, no han tardado. Que de todas las cosas interesantes e importantes que dice Azúa en la entrevista sólo se hable de la pescadera y la alcaldesa, dice mucho del periodismo español.

Nada hay que esperar de la progresía española, pero es divertido verla levantar como un hacha sobre la cabeza de Azúa la ficción de la llamada “sabiduría popular”. Porque, no nos engañemos, eso es lo que hay en el fondo. ¡Menosprecian a las pescaderas! ¡Esa pescadera podría ser Churchill si le dieran la oportunidad! ¡El poder para el Pueblo! Pero. No es verdad. No hay tal “sabiduría popular” y lo que es mejor no hay tal Pueblo. A mí me encantan mis pescaderas, sobre todo una de ellas que tiene unas tetas fabulosas, pero no las quiero de alcaldesas. Sería insensato. No es verdad que cualquiera pueda ser cualquier cosa. En los cargos de responsabilidad deben estar los más preparados. Pero en esta España en la que vivimos basta con decir algo de sentido común para que la turba políticamente correcta y abismalmente hipócrita (no invitarían a la pescadera a su casa ni bajo amenaza) te ponga ante el tribunal popular a la luz de las antorchas y entre alaridos simiescos.

Bravo, Azúa.

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