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¿Por qué Raúl Castro no fue a recibir al señor Obama al aeropuerto? Esa es la pregunta del momento. Bueno, gracias a mi informante preferido en la isla, el marido del Cardenal Jaime Ortega, ya lo sabemos. Tomen asiento. ¿Vieron ustedes la escolta, los hombres gigantescos que acompañaban y protegían a Obama? Pues ellos son los culpables de que Raúl Castro no haya estado al pie de la escalerilla del avión, como exigía el protocolo. ¿Cómo reaccionaría Raúl, loca regia, en presencia de tamaños hombretones, ante tamaño derroche de testosterona y masculinidad armada? Esa era la cuestión, el grave problema al que se enfrentó la élite política e intelectual castrista. Y se llegó a la conclusión, teniendo en cuenta su historial de locaza desarbolada, de que Raúl Castro no podría contenerse y se lanzaría a las portañuelas (aquí bragueta) de los hombres del Servicio Secreto con el escándalo consecuente y con el desprestigio de la Revolución Cubana y de su Loca Líder en particular. ¿Se imaginan ustedes la imagen en las televisiones y los periódicos del mundo? Raúl Castro de rodillas perdida toda compostura haciéndole una experta mamada (porque la Loca no sabe nada de economía pero de mamar sabe mucho hay que reconocerlo) a un gigantesco guardaespaldas de Obama. Comprenderán que algo así no se podía permitir. Esa es la razón por la que Raúl Castro no acudió al aeropuerto a recibir al Presidente de los Estados Unidos.

Pobre loca qué poco control. ¿No?

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