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El beisbol llamado juego de pelota en la isla pavorosa es un deporte espeluznante. Hay que ser un verdadero cretino y un esbirro cultural (como el escritor Padura) para ponerse a hablar sandeces supuestamente literarias de un juego tan aburrido, tan imbécil y tan subnormal. A lo único que se puede ir a un juego de pelota (bajo amenaza de muerte, claro) es a dormir. Hablo de esa absoluta estupidez, el juego de pelota, porque el señor Obama está en Cuba y lo van a llevar a ver uno de estos juegos. Mientras los Castro apalean y encarcelan a sus enemigos y Padura se hace el loquito y el cieguito y cobra, llevan a Obama a ver este espectáculo soporífero con el objetivo de que perezca de aburrimiento, ese será el plan. El juego lo inventaron los ingleses (aunque parece que el chimpancé humano tiene tendencia a jugar con un palo y una pelota desde hace mucho, mono al fin) y los pavorosos lo adoptaron como suele hacer toda cultura de segunda. Las culturas de segunda siempre van copiando y básicamente existen copiando lo que inventan las culturas de primera. Los países que juegan este juego (así como los que juegan al fútbol, esa abominación), terminarán por desaparecer, supongo, no se puede dedicar uno a una actividad tan aburrida y tan estúpida sin extinguirse.
