Estampas
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Domingo, 14 de octubre de 2018
En mi barrio había también un mariguanero, Un mulato flaco, Juan Almeida, que con el tiempo llegó a Comandante de la Revolución. Era el negrito de la Revolución, Almeida, a pesar de que era sólo mulato. La Revolución siempre fue y es blanca, y Almeida era como el negrito de muestra. Lo exhibían en todos los actos. Pasados los primeros años, el Comandante Almeida se metió a compositor y los mejores cantantes del país cantaban sus espantosas canciones. Y siempre se le podía ver cuándo los Castro lo necesitaban, en la tribuna o en televisión, para apoyar alguna de sus tropelías o el fusilamiento de un infeliz. Cuando en el barrio veíamos pasar al mariguanero Almeida pensábamos que no se podía caer más bajo y que no se podía ser algo peor que el mariguanero del barrio.
Pero se podía.
Pronto. El gen de Dios. Mi mejor libro (tal vez).

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Sábado, 13 de octubre de 2018
En el barrio había un borracho, El Moro, un hombre muy apuesto y moro, no mulato ni negro ni jabao, moro. Pero no árabe, volví a ver gente como él muchos años más tarde, en la India. Algo raro en Cuba, un moro de estos, tipo indio. A mí me caía bien El Moro. Un día venía dando tumbos y se cruzó con Regla, una niña (tendría trece años) con unas tetas enormes a su temprana edad y El Moro le soltó un piropo beodo pero gentil en aquellos años no se decían apenas piropos groseros, y Regla le soltó algún insulto la niña tenía tremenda lengua. Y una señora que había presenciado la escena le espetó a El Moro desde un portal en la acera de enfrente: ¿Pero no ves que es una niña? Y El Moro que ya había comenzado a alejarse dando tumbos se volvió y le respondió con su típica voz de borracho: ¡Unaaa niiiñaaaa, una niiiiiña con esas teeeetas! Y esa se convirtió en una de las anécdotas clásicas que contábamos una y otra vez bajo la luz del poste de la esquina los muchachos del barrio y nos reíamos mucho.
Yo conocía a Regla y era una niña para algunas cosas y para otras no, como lo éramos todos en el barrio a esa edad, y aquellas tetas que tenía no eran nada infantiles esa es la verdad.

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Viernes, 12 de octubre de 2018
Un día como hoy como se dice llegaron los españoles a América. Qué maravilla, llegó con ellos la Civilización no me canso de celebrarlo y agradecerlo. Y llegó sobre todo el formidable idioma español. Gracias, España. No se crean nada de las historias idílicas de la vida de los indígenas de América eran salvajes que se comían unos a otros y esclavizaban y sacrificaban a propios y enemigos en ceremonias bestiales. Y los que no hacían eso languidecían en el atraso y la ignorancia. Y sobre todo no crean nada a los intelectuales y novelistas (esa crápula) que pintan a esos indígenas como personajes románticos, de telenovela. Menos mal, que llegaron los españoles, que llegó España.
Hoy estuve mirando un rato el desfile y vi al Rey, tan apuesto y varonil y gran valladar ante el avance del fidelismo-chavismo (Pablo Iglesias y su tonto útil Sánchez) que amenaza España. Veía los tanques y los aviones y los regimientos fuertemente armados y entrenados y me entró cierta confianza. El Rey es el Jefe Supremo de la Fuerzas Armadas y no permitirá jamás que caiga España en manos de los facinerosos del fidelismo-chavismo. El Rey no olvidará que, al final, lo que salva siempre la libertad y evita la esclavitud es un pelotón de soldados.
No lo olvide, desde aquí se lo digo, Majestad.

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Jueves, 11 de octubre de 2018
Admiro a Chávez Nogales, un periodista importante. Pero. He leído ¿Qué pasa en Cataluña? y me parece demencial. La manera en que habla de los catalanes es la de un alucinado. El tono del libro no es el de un periodista es el de una cheerleader. “En ninguna región de España se sabe lo que es el entusiasmo popular si no es en Cataluña”. “No basta decir que los catalanes son gente fervorosa y propicia a la exteriorización de sus sentimientos. Hay que reconocer que esos sentimientos que los catalanes exteriorizan de una manera tan contingente son típicamente multitudinarios y, en la medida de lo posible, unánimes”. “Fuera de Cataluña esa multitud a que se refieren los periodistas suele ser simplemente un grupo, una parte del pueblo más o menos considerable, pero nunca el pueblo mismo entero y verdadero”.
Impresionante. En ningún otro sitio, sólo los extraordinarios catalanes saben entusiasmarse. Proclama enfervorecido Nogales. Leer eso, yo que siempre he visto a los catalanes bastantes muermos. Fuera de Cataluña ningún pueblo entero y verdadero, sólo en Cataluña. Esto sí es un pueblo. Este libro ayuda a entender la relación enfermiza de los españoles del resto de España con los catalanes. No es que los catalanes se crean racialmente superiores, es que los otros españoles los tratan como si fuesen racialmente superiores.
El libro se lee en un rato, se los recomiendo. Qué pasa en Cataluña. Bueno, pues que mucha gente se ha creído la superioridad catalana que vende en este libro Chávez Nogales.

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Miércoles, 10 de octubre de 2018
Cuando salí de la granja de castigo me ofrecieron un trabajo en una termoeléctrica y tuve que aceptarlo o si no me mandaban otra vez a la granja de castigo. En la termoeléctrica hice un amigo, un mulato alto y flaco muy joven con una polla enorme que no se le ponía dura y me la enseñaba a cada rato e intentaba hacerse una paja y me decía mira mira nada, y sufría el pobre porque no podía follarse a su novia una mulata fabulosa que yo la vi. Después de un tiempo en la termoeléctrica pude, gracias al padre de mi mujer, conseguir el traslado a la empresa de Ómnibus Urbanos. La empresa tenía una carpintería en la calle Diez de Octubre y no recuerdo por qué (nada bueno sería) me mandaron a trabajar allí unos meses. Con la ayuda del jefe de la carpintería, un hombre bueno, fui fabricando palito a palito maderita a maderita la cuna de mi hijo que estaba por nacer. La gran Revolución también nos liberó de las cunas, sí. Aquella era una actividad prohibida y contrarrevolucionaria (usar los recursos del Pueblo para asuntos personales) así que sacaba ocultos entre la ropa o a horas intempestivas las piezas para posteriormente armar la cuna. Robé un poco de cola también y unos tornillos y un trocito de papel de lija usado, las hojas de papel de lija estaban bajo llave. Y de esta manera cuando llegaba de madrugada a casa y me detenía a ver dormir al niño el niño dormía en una cuna y a veces al verlo a pesar de vivir dentro de una gigantesca prisión yo en la oscuridad sonreía.

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Martes, 9 de octubre de 2018
Llueve cerrado, como si la lluvia estuviera dentro de un cubículo y no pudiera salir. Cuántas veces llegué a casa bajo una lluvia así en la madrugada y fui a la cocina y busqué un pedazo de pan viejo en la bolsa y le quité con un cuchillo el moho verde y lo tosté en el reverbero y le puse un poco de azúcar por encima y cené en silencio, empapado. La gran Revolución nos había liberado también de los paraguas, sí. Y después me sequé con el trapo que hacía de toalla y antes de acostarme estuve un rato junto a la cuna viendo al niño dormir. Tendré que hacer alguna vez la historia de la cuna. Ya sé que la lluvia no es la misma lo que pasa siempre pasa definitivamente, pero lo parece. Y después me pegaba a su cuerpo joven y tibio y afuera la lluvia en su cubículo y yo en la gigantesca prisión me dormía.

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Lunes, 8 de octubre de 2018
Y otra cosa sobre la entrevista a Heberto Padilla. Nunca he entendido por qué se refieren a la Revolución, como hace Padilla en la entrevista, como a una especie de ser sobrenatural y ajeno a las personas y a la vida de las personas, y en consecuencia con derecho a decidir sobre la vida y la muerte de las personas. Nunca he logrado entender esa estupidez. El asunto en una Revolución siempre eres tú, no la Revolución. Para mí una Revolución nunca vale ni la plasta de mierda pegada en la suela del zapato de una persona. Un vuelco político, un cambio de dirección en el orden social, sólo tiene sentido en relación al bienestar y a la libertad individual (siempre individual) que sea capaz de hacer posible para disfrute y prosperidad de los ciudadanos de un país. Todo lo demás es dictadura y mierda y crimen y sombra.

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Domingo, 8 de octubre de 2018
Y sigo con Padilla. Leo que en su último libro (que no leeré) Norberto Fuentes habla de la cobardía de Padilla. Sobre eso sólo cabe decir que es mil veces mejor ser un cobarde (si es que Padilla lo fue) que un esbirro como Fuentes. Ya sé que Fuentes es un pobre hombre que quiso ser Fidel Castro y se enamoró de Fidel Castro y sigue enamorado de Fidel Castro y el sueño de su vida es que lo hubiera enculado Fidel Castro. Ay, pero no puedo ser, y por eso hoy tenemos que soportar los enormes mamotretos en los que Fuentes quiere ser Fidel Castro. Hay que diferenciar entre el poeta Padilla y Fuentes. Padilla fue una víctima del castrismo, a pesar de su oportunismo y ciertas bajezas (sus ataques a Lezama Lima, por ejemplo), pero Norberto Fuentes fue un esbirro y un agente de la policía cubana y un escritorzuelo al servicio de los asesinos y siempre él mismo aspirante a asesino. Son cosas muy diferentes.
Yo, por otro lado, estoy convencido de que el ufanarse de Fuentes del bulto de la pistola bajo la camisa, no es más que una manera de compensar por sus dificultades para conseguir una erección. Este tipo de esbirro pistolero y algo mariconazo suele ser con la mayor frecuencia un picha floja.

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Sábado, 6 de octubre de 2018
Aparece una vieja entrevista al poeta Padilla en Hypermedia Magazine. Es de 1986, después de miles de fusilados, campos de concentración para homosexuales y otros muchos crímenes y han transcurrido cinco años desde la estampida del Mariel. La entrevista es frívola y las respuestas de Padilla muy frívolas. Dice que la Revolución está por encima (de él, y de las personas) y que habría que hacerla otra vez. Hombre, los fusilados y los presos políticos y los hambreados y los humillados y los esclavizados y las familias dispersas o aniquiladas por esa Revolución y generaciones enteras de jóvenes envilecidos por esa Revolución, que según Padilla habría que hacer otra vez, discreparán. Yo discrepo, naturalmente, de las frívolas bobadas de Padilla en la entrevista. Y dice Padilla que la Revolución gansteril de los Castro era necesaria. No veo por qué. Después de sesenta años el resultado de esa Revolución es un país destruido, arrasado, y moralmente devastado. Resulta evidente que no era necesaria. La República que destruyó la Revolución necesaria era (¡ya en 1986!) en cualquier aspecto superior a la Revolución que Padilla haría otra vez. Los sueños juveniles son difíciles de abandonar, se sabe, y Padilla (al menos hasta el momento de esta entrevista) se aferraba a ellos, a esos momentos “importantes” (es decir en los que se creyó importante) que vivió. Es decepcionante, y hasta triste, que un poeta admirable como Padilla proclamara ¡en 1986! una sarta de bobadas tan monumentales como las que proclama en esta entrevista.

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Viernes, 5 de octubre de 2018
La Cruz de Sant Jordi es una mierda lo digo hoy aquí porque hace tiempo que lo quiero decir y se me va pasando y casi ya no podía estar sin decirlo. Apenas conciliaba el sueño como se dice de las ganas que tenía de decirlo.












