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Viernes, 24 de agosto de 2018

Málaga (1)

Hablo con María Elvira y Ramón en un chiringuito de Málaga, comiendo fabulosamente, sobre el papel siniestro de la intelligentsia europea en la decadencia moral e ideológica de Europa. La luz es tan perfecta que cruje. Le digo que es muy significativo que una cohorte de asesinos (comunistas) haya sido y siga siendo la guía moral de la intelectualidad (y de la juventud europea). Y esto me lleva al amigo Girauta. Dice Girauta en una entrevista guay y con colorines de esas que hace el periódico estos días, que se hizo maoísta a los quince años para divertirse y para ligar. Girauta dice quince años como si eso lo disculpara de algo, pero eso no lo disculpa de nada. Había juventudes nazis de quince años y nadie las disculpa. ¿Por qué habríamos de disculpar a Girauta? Ser maoísta a cualquier edad es apoyar (y colaborar con el blanqueamiento) de unos genocidas. Es la misma bajeza que si yo dijera que me metí a comunista en Cuba con quince años para sobrevivir, poder estudiar, o para que me dieran una beca o para follar porque se follaba más siendo comunista: un divertimento. Ya. Pero. Estaban fusilando.

A mí todo ese asunto de la superioridad moral de la Izquierda y de la impunidad bailable y hasta follable con que se apoyó a genocidas de izquierda me parece una frivolidad siniestra y además me parece una depravación por la que hay que sentir, al menos, cierto escozor moral.

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© Juan Abreu, 2006-2019