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Miércoles, 27 de marzo de 2019

Mi amigo Víctor tiene una teoría respecto a la evolución genética mexicana que es muy divertida. (Queda a los expertos determinar qué puede haber de verdad en ella). Plantea que como los mexicas por motivos religiosos y deportivos (el juego de pelota), a los más altos y apuestos especímenes los sacrificaban a sus dioses, con el tiempo, la evolución natural se convirtió en antinatural (sobrevivían los peores y morían los mejores) y como resultado los mexicas fueron haciéndose cada vez más pequeños y más feos. Pero. Con la llegada de los españoles, más evolucionados físicamente, y la mezcla genética acontecida gracias a la sana promiscuidad que practicaban, el asunto se remedió y de la mezcla de los españoles con los mexicas surgieron los actuales mexicanos que, es evidente, han superado la selección impuesta al genotipo original por las bárbaras costumbres de las tribus autóctonas. Menos mal que Colón descubrió todo eso para la Civilización Occidental (la única que hay). Concluyo cada vez que pienso en el asunto.

Colón fue un genio enorme y uno de los personajes más formidables de la historia de la humanidad. Gracias a su viaje, y gracias a la llegada de los españoles que lo siguieron, los mexicanos actuales no se comen unos a otros y ya no le sacan el corazón a niños y jóvenes estupendos ¡con cuchillos de piedra! para ofrecérselo a algún estúpido, y sobre todo inexistente, dios.

No me canso de dar gracias a Colón.

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