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Jueves, 1 de noviembre de 2018

Estoy leyendo Jerusalén de Simón Sebag Montefiore, formidable. Qué historiador. Y lo primero que quiero mencionar es lo del cuentito de Herodes, que tantas veces he visto en el cine y leído en mil libros cuentito con el que le han lavado el cerebro a tantas generaciones: pues resulta que nunca hubo tal matanza de niños en búsqueda de Jesús. ¡El cuentito Jesús! Para empezar, parece que la madre virgen de Jesús ¡tuvo cuatro hijos! Más que virgen, curiela. Y lo otro que quiero decir es que habré leído doscientas páginas y ya puedo asegurarles que los grandes personajes de la Historia mayoritariamente muy mayoritariamente han sido una alevosa tropa de psicópatas y asesinos y que Cleopatra era muy fea y Marco Antonio un mamalonazo. Es un verdadero milagro que quede un solo ser humano cuerdo y civilizado más o menos después de milenios de ser gobernados por atorrantes cerebralmente lobotomizados por las ridículas patrañas religiosas. Es un milagro. Ya les hablaré más de este libro imprescindible (este sí) pero ya les digo que estoy fascinado con lo que leído y espantado al ver de dónde venimos no hay uno apenas de estos famosos personajes históricos que no haya sido un criminal monstruoso y depravado y las emperatrices y reinas por el estilo unas arpías muy peligrosas y arteras que lo mismo mataban a un hijo que se follaban al hermano que mandaban a decapitar o envenenar al marido. Qué fauna. ¡Y aún estamos aquí! ¡Milagro, milagro!

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© Juan Abreu, 2006-2019