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Sábado, 7 de julio de 2018

Me cae bien Cristina Fallarás la conocí en la etapa gloriosa y fugaz de Factual el periódico de Arcadi Espada. Allí escribía Fallarás prosas varias. Muchas muy buenas, ingeniosas y divertidas. En Factual, escritores y periodistas parecían mejores de lo que eran, gracias al férreo control y a la edición exquisita ejercida por Espada. Así Sostres, un cronista de restaurantes, así la Fallarás. A mí me gustaba la Fallaras por su desparpajo y por su pelambre roja no sé si auténtica siempre me pregunte si tenía el coño también rojo (santocielo qué cosa exquisita) pero nunca pude saberlo. Después Fallarás creó una editorial y me pidió un cuento para esa editorial y se lo agradecí porque me dio la oportunidad de escribir una historia policiaca, que era algo que hacía tiempo que quería hacer. La historia me sigue gustando y la incluí hace poco en un volumen que reúne mis relatos, digamos, largos.

Más tarde Fallarás apareció por las televisiones como agitadora social, pobre profesional de izquierdas, o algo por el estilo, y pensé, pobre mujer. Cuando Fallarás me decía que era roja yo siempre pensaba en su entrepierna, no en comunismo ni nada de eso. Esa es la verdad. Para mí, siempre fue evidente que Fallarás necesitaba un sueldo, a ser posible generoso, y que eso había provocado ese ataque de verborrea chavista y fidelista y progre y feminista y su vivir en las televisiones. Ahora la han nombrado, de manos de PODEMOS partido fidelista y chavista, a un cargo en RTVE, y ya Fallarás ha logrado (espero y deseo) ese puesto bien pagado por el que luchó (habló) tanto.

Es hora de que se calle por fin, creo.

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© Juan Abreu, 2006-2019