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Domingo, 25 de febrero de 2018_

Leo las cartas de Cheever y cierto optimismo feroz que me sorprende, tengo en la cabeza al Cheever de los Diarios, sobre todo, un Cheever bastante sombrío. Es joven, será eso. Joven y ya borracho. Hay mucho romanticismo bobo con el alcohol en la literatura como se sabe pero a mí siempre me han parecido patéticos los borrachos aunque escriban, sobre todo si escriben. Algunas grandes descripciones en las cartas y un humor refinado uno va riendo por ellas qué cartas deliciosas una gran pérdida la pérdida del mundo de las cartas; y encuentro esto que me complace mucho: “Hablando de Hemingway, hay un pintor del vecindario (…) que está haciendo una exposición de paisajes cubanos que el viejo alabó exageradamente”. Hemingway habló muchas tonterías del paisaje cubano un paisaje en resumen lleno de matojos que pinchan y lleno de palmas horripilantes ah y los famosos mogotes que parecen cagadas de elefante.

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© Juan Abreu, 2006-2019