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7 de octubre de 2017

Hoy un lastimoso y lastimero artículo de Antonio Muñoz Molina. Llama Molina a la equidistancia, llama Molina a la rendición. A arrodillarse ante las fuerzas racistas nacionalistas catalanas y ante las fuerzas populistas fidelistas catalanas. Pero. Se entiende. No es a los hijos de Molina a los que se adoctrina en las escuelas catalanas y no es el Gobierno regional bajo el que vive Molina el que trata de convertirlo en un soldado del catalanismo racista, o en un judío en la Patria Catalana. Hay que leer el artículo de Molina cuidadosamente y hacer exactamente lo contrario de lo que recomienda Molina. A los racistas nacionalistas (eso debería saberlo Molina, un europeo de la Europa que creó el fascismo, el nazismo, el comunismo, el holocausto y los campos de exterminio del gulag) no se les vence cediendo y lloriqueando. Y qué puedo decirle a Molina de los populistas fidelistas. Esos sólo entienden el lenguaje de la fuerza se lo digo por experiencia. A esos no hay que darles nada, a esos hay que derrotarlos y el único diálogo a establecer con ellos es aquel en el que se determinen los términos de su rendición. Todo lo demás es cháchara inútil y dañina porque hace pensar a los nacionalistas racistas y a los populistas fidelistas que la democracia es cobarde y es débil, y que los ciudadanos libres e iguales son cobardes e idiotas y no se defenderán. Pero. No.

Mañana saldremos a las calles de Barcelona y demostraremos a los nacionalistas racistas y a los populistas fidelistas que si quieren imponernos su mundo tribal tendrán que luchar. No nos rendiremos.

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