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8 de septiembre de 2017

Por un instante, parecía que Rajoy se había despertado. Pero. No. Sólo abrió un ojo, miró en derredor y volvió a dormitar. ¿Por qué dormita Rajoy? Porque es el mismo hombre y el mismo partido que disfrutando de cuatro años de mayoría absoluta dejó intacto el desmantelamiento del sistema de defensa de la democracia española, consumado en 1995, y permitió el ascenso ilegal del nacionalismo en Cataluña y la guerra contra el español y contra lo español en Cataluña. Con cuatro años de mayoría absoluta. En Cataluña se ha abolido ya, de hecho, la Constitución Española, en Cataluña se ha organizado y llevado a cabo un golpe de estado contra el Gobierno español y contra los ciudadanos españoles. Ha muerto la democracia en Cataluña. Lo dice la vicepresidenta del Gobierno. ¿Y de qué habla el Gobierno de España? De multas. ¡Y los perpetradores del golpe siguen en sus puestos! El problema fundamental es que en España, en lo referente a Cataluña, se ha abandonado la realidad y se ha aceptado vivir en la ficción nacionalista. Y esto sólo puede salir mal, porque el nacionalismo no es más que ficción racista, y, en cuanto puede, armada. En su intervención, el propio Rajoy, presidente del Gobierno de España, habla tranquilamente de ciudadanos catalanes. Ya. Pero es que los ciudadanos catalanes no existen. Hasta nuestro primer espada Espada, enemigo jurado de la ficción, en un reciente artículo habla de Cataluña como de un país. Ya. Pero Cataluña no es un país. El Gobierno español, y me temo que los españoles en general, viven en las ficciones (¡nacionalistas!) respecto a Cataluña, no en la realidad. Ya. Pero. La ficción es una cosa, y la realidad otra, y confundirlas en política suele tener consecuencias nefastas para la realidad.

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© Juan Abreu, 2006-2019