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14 de julio de 2017
La corrupción es uno de los problemas que más preocupa a los españoles. La corrupción va envenenando las instituciones democráticas y aunque en una pequeña medida puede ser tolerable, cuando se convierte como ha sucedido en España en algo común y habitual y hasta aceptado por políticos y sindicatos y sus parasitarios entornos, es algo que hay que combatir con la mayor dedicación.
Sin embargo, los ciudadanos españoles se enfrentan a una amenaza mucho mayor para el sistema democrático y para las libertades que disfrutan. Y esa amenaza es la que encarnan los revolucionarios. Esos que quieren imponerles un país imaginario, justo y unánime y sin ciudadanos ¡pero lleno de compañeros! y el pueblo unido jamás será vencido.
Entre un corrupto y un revolucionario hay que apostar siempre por el mal menor, el corrupto.