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“En el distrito de Rong Xian (Sichuan), se dejaba a los enfermos sobre un suelo apenas cubierto de paja. A pesar del intenso frío, no había mantas. El hedor era insoportable. (…) Los médicos abusaban sexualmente de las mujeres enfermas. (…) Los lastimeros gemidos de angustia se oían por todas partes. Algunos de los enfermos se pasaban días sin beber agua; por descontado que tampoco recibían comida ni medicamentos. En Tongliang, los vivos compartían lecho con los muertos: no parecía importarle a nadie. A veces ocurría lo contrario en Guanxian: se encerraba a los vivos con los cadáveres, porque las personas al cargo no querían esperar a que murieran. Yan Xishang, mecánico aquejado de epilepsia, tuvo que sufrir que lo ataran y lo metieran en el depósito de cadáveres para que falleciera allí. Las ratas habían devorado ya los ojos y las narices de seis de los cuerpos que se hallaban en la sala”.


¿Cuatro bofetadas?

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