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Al amanecer sin levantarme aún tumbado pinté varios cuadros en mi cabeza. Ahí es donde mejor pinto ya lo he dicho muchas veces pero estos me quedaron estupendos incluso para cuadros en mi cabeza. Retratos, mayormente, entre ellos uno de Mona Lisa chupándole el pito a un muchacho apuesto y muy bien dotado qué hermosa se veía Mona, qué espiritual como se dice mucho más bella que en el Louvre y mientras la pintaba se fue convirtiendo, como en el cuento de Reinaldo, en el pintor Da Vinci eso sí sin dejar de chupar. A ver si puedo pintar eso, lo dudo, una cosa es dentro de mi cabeza donde todo fluye con la mayor perfección y otra muy diferente en el llamado mundo real.

Y más tarde, como a las once, llevamos al perrito al médico y ha engordado un kilo el pobre estaba en los huesos y pensar que iban a matar a la madre cuando estaba preñada este perrito ni siquiera hubiera nacido; pero la vida da muchas vueltas, le digo.

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© Juan Abreu, 2006-2019