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En España llaman soberanistas a los separatistas sediciosos catalanes, vascos y demás. En este tipo de guerra lo primero que se pierde es la batalla del lenguaje. España, si alguna vez existió, ahora ya está perdida. Entre los separatistas sediciosos y los fidelistas de PODEMOS acabarán con lo que queda de ella. Ninguna democracia que renuncia a aplicar la Ley, por cobardía o irresponsabilidad, igual da, puede sobrevivir.

El último escándalo expone de manera ejemplar la degradación de la política española. Graban al Ministro del Interior intentando implicar a políticos sediciosos en casos de corrupción. Es lo que pasa cuando un Ministro del Interior prefiere la inmoralidad y la bajeza a cumplir con su deber y aplicar la Ley: que se envilece y además hace el ridículo.

El Ministro ha renunciado a aplicar la Ley a los sediciosos, que se burlan de la Ley a diario, que organizan consultas separatistas ilegales, que desespañolizan a los niños españoles en Cataluña, que financian a las fuerzas anticonstitucionales y sediciosas en Cataluña, que discriminan y acorralan a los ciudadanos españoles en Cataluña, ha renunciado a defender a los ciudadanos españoles (los únicos que hay en España, por cierto) de los sediciosos, como era su deber y su trabajo, y estas son las consecuencias de su miserable y cobarde actitud.

Cuando a un sedicioso se le llama soberanista, ya el sedicioso ha ganado.

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© Juan Abreu, 2006-2019