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Acabo de contar a los fusilados de Fidel y Raúl Castro que he pintado hasta hoy. 301. Los cuento yendo de aquí para allá por la casa porque están colgados casi en todas las paredes ya y siento una especie de paz, creo, y de regocijo. El regocijo debe nacer de saber que lo que he hecho es algo que no gustará nada a esos dos asesinos. La paz, francamente, no sé de dónde viene.

Hoy ha sido un día largo y melancólico.

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© Juan Abreu, 2006-2019