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Los días se han puesto por fin invernales y bajo una llovizna camino hasta el pueblo a comprar telas en las que pintar a los diez niños. Tal vez pinte a los otros ahogados, pero aún no lo sé. Por el momento, los niños, y mientras trabajo con gran obstinación e inmune al cansancio o al desánimo indefectiblemente voy pensando qué pena que nadie le haya pegado a tiempo un balazo en la cabeza a esos dos hijos de puta.

A la mierda los circunloquios de escritor hoy, obviamente.

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© Juan Abreu, 2006-2019